domingo, 18 de febrero de 2007

Angel de colores

Cuando me vi reflejado por primera vez en su mirada, sentí que podía despertar de la pesadilla a la que había sido empujado. Salir de una pesadilla para comenzar de nuevo un sueño (pero siempre dormido).

Luego, como quien no quiere la cosa (soy amante de los actos involuntarios), termino por acercarme a ella. Una sonrisa; un abrazo... una excusa. Sin esperarlo, ella se acerca y sonríe. Es feliz. Yo también. Segundos que no terminan y repercuten por siempre en nuestras vidas. Qué bien nos sentimos, aún en la distancia.

Sólo le pido a Dios poder verla mañana, y volver a sonreír.

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