martes, 13 de febrero de 2007

El lamento de un tonto

Lamento tener que decirte que apareciste como un fantasma, y no precisamente como esos que transforman el inconsciente, sino como uno de esos que atraviesan las paredes y producen solamente terror. ¿Acaso te parecerá justo querer envolverme en el vacío de tu discurso? No me imagino cómo para ti puede ser injusto el hecho de que ahora no quiera tenerte en cuenta, después de que me tomaste de un extremo y me botaste a la basura. ¿Por qué no puedes perder ni una sola vez? ¿Estará maltratándose tu ego por tener que aceptar que no eres la persona excepcional que siempre aparentaste ser? Después del desenamoramiento nada quedó más que el ser humano imperfecto y lleno de errores que me había cegado. De verdad, lamento no poder quererte como supones que deba quererte; pero el daño fue hecho y tú lo sabes. Es más; eras tú quien tenía el puñal en la mano y no dudó en atravesar mi carne. ¿Te dolerá que haya sobrevivido? O quizá habrás descubierto que fuera de mí no valías nada, y por eso ahora me odias y quieres arremeter toda tu ira contra mí. Lo sabrás tú y sólo tú mujer. Por mi parte, sólo puedo decirte que ese amor profundo y apasionado que un día sentí; ese tesoro infinito de profundos matices; esa incansable y explosiva mezcla de sensaciones que un día nos vincularon, son ahora la piedra en el zapato que utilizo para recorrer mi destino. Por Dios juro que quiero seguir adelante, y por Dios juro que el lazo que me detiene es todos los recuerdos que tengo de cuando fui tu amante. Quisiera que desaparecieras, para nunca tener que sentir el deseo de hablarte, de no dejarte ir (como si existiera la mínima posibilidad de sanar las heridas y llenar los vacíos). Eras mi amante imperfecta (pero al fin y al cabo mía); ahora no te quiero tener en cuenta (y después de haberme dejado te quejas). Las heridas sanarán. Eso también lo juro.

Soy un tonto que aún cree en la justicia (Dios, no me falles... por favor)...

1 comentario:

Ilca dijo...

Dios nunca te fallara.