viernes, 8 de junio de 2007

Ébano

El extranjero soy yo, y todas las miradas apuntan hacia mí. De momento se me ocurre pensar en que el mundo fuera al revés, y mi tez pálida, casi amarillenta, representara la inmensa menoría, excluida por la antipatía de la historia. Pero siendo un extraño me siento en casa. Siempre fui un extraño en mi universo habitable. Ahora no tengo nada que temer entre ciento de cuerpos oscuros que se retuercen bajo el son de los ritmos tropicales.

Tal vez es el efecto del alcohol actuando sobre mí.

3 comentarios:

Ana dijo...

He descubierto que el alcohol es peligrosamente delicioso, si viviera borracha todo el tiempo es problable que ya le hubiera dado besos a toda la humanidad. Lo que no me gusta es despertarme sobria y con culpa.

LI-F dijo...

Me siento nuevamente ebrìa de trementina porque volvì a pintar con pasteles grasos....
...mientras .... te extraño un poquito magenta... y te adoro profundamente en azul....verde...vos.

Ilca dijo...

Tal vez ser entre tantos, saberlo y mezclarse entre muchos sea la posiblidad de derrumbar los limites que siempre hemos querido con nosotros, que pueden atarnos y ajustarnos. Tal vez el modo de ser, de reconocer que hay piel como la del otro es viviendo con todo lo que ofrece el mundo hasta entender la diferencia, hasta entender que estamos imprenados de ella en nuestras entrañas.