martes, 17 de abril de 2007

Deep (weep)

El primer indicio salió de mi boca, cuando involuntariamente dije: "Los niños no lloran", para justificar mis espasmos de introversión espontánea en los momentos en los que me invade la tristeza. El mundo se volcó de inmediato para intentar arrancarme lágrimas del corazón. No fue un golpe certero, sino una prolongada tortura que duró todo el día. Ella apareció. La miré a los ojos. Desapareció. Para siempre. Lloré. Sí, lloré. Solo y en silencio, como aprendí a hacerlo. Fue uno de esos días en lo que deseé profundamente saltar por la ventana.

Mi corazón es profundo, muy profundo; mi soledad también.

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