jueves, 24 de mayo de 2007

Caída libre

Oculté la trampa entre los arbustos, en un lugar al azar para no tener que recordar el punto exacto donde lo había hecho. Así podría culpar al destino de mi mala fortuna, y podría lamentarme por el resto de mis días. Una vez estuvo lista (sus hirientes superficies ciudadosamente afiladas), caminé sin rumbo; caminé en espiral. No recordaba el lugar de mi caída, pero hacia allí me dirijía.

Cada quién forja su desgracia (y yo forjé la mía).

4 comentarios:

Ana dijo...

Te dejé una invitación en tu mail para que fueras parte del nuevo blog, me gusta mucho como escribes. Y también me has hecho feliz

te quiero

Anónimo dijo...

Las caidas nos pueden hablar de nuevos caminos donde talvez los tropezones no dejen de rasparnos las rodillas sin embargo pueda que esos caminos no nos produzcan las mismas heridas de los recorrimos anteriormente, de esos que escogimos. Desde mi corazón, desde donde te encuentres y no te halles... en mi pensamiento estas.

Anónimo dijo...

Amor. Amor. Amor. Amor. Love. Love. Love. No queria pensar en esa palabra. Un día aceptaste el juego. Para mi, desde el primer momento nunca fue un juego, fue la sorpresa de mi mirada, que te quedo mirando, como si nunca hubiera amado antes. Depronto se tropezó con unos ojitos de miel, que ahora sin que me veas lloran por que es cierto. El corazón, mi corazón es impredecible. Y ahora que camino erguida por la calle, y las determinaciones se hacen algo que puedo palpar, igual, tu no estas.

Anónimo dijo...

Tu no estas...caída libre